La oración es la comunicación directa que tiene el hombre
con el Ser Supremo. Mediante la oración le agradecemos, le pedimos y
glorificamos el amor del padre, hijo y espíritu santo así como también a la
madre virgen María (esto según los diferentes dogmas).
El término “oración y orar” viene del latín orare que
significa hablar y rogar. De este verbo se desglosa las palabras adorar
(rendir culto), oratoria (el arte de producir discursos). La oración desde las
antiguas religiones ha significado la petición o comunicación con la divinidad.
En el ámbito religioso la oración se traduce a la confianza
de fe que tenemos hacia un ser divino con la certeza que nos escucha y que
según sea su voluntad nos responde. Millones de personas oran diariamente de
una manera u otra, y por la oración muchos encuentran fortaleza, certidumbre,
confianza, esperanza y paz. Otros consideran que la oración no sirve porque
jamás han experimentado ningún beneficio de ella. Algunos podrían preguntar por
qué hay tanto mal en el mundo a pesar de tanta oración. No todos reciben
aquello por lo que oran, porque pudieran tener un concepto erróneo del
propósito de la oración.
Me di a la tarea de preguntar a diferentes líderes
religiosos qué piensan sobre la oración con el propósito de demostrar que el
significado en esencia es la misma:
El Pastor Toby Jr., del Tabernáculo Bíblico Bautista Amigos
de Israel Central, me dijo que para él oración es: “Hablar el idioma del alma,
expresar lo íntimo del corazón, es comunicación directa para con ese ser
Superior que rige el Mundo como el Universo. Oración es la puerta para
encontrar la solución… Ninguna otra actividad bajo el cielo produce los efectos
que produce la oración de fe en Dios. Quien practica la oración se le facilitan
todas las cosas”.
Monseñor Fabio Colindres, capellán de la Fuerza Armada, me
contesto con una breve frase: “Orar es hablar con Dios”.
El Expresidente de la comunidad Israelita de El Salvador,
Jean Claude Kahn, dijo: “Para el judaísmo las plegarias están en los libros de
rezo para cada ocasión. Pero ciertas plegarias pueden ser rezadas como algo
personal”.
Busqué la opinión de La Comunidad Islámica de El Salvador,
pero al no recibir respuesta, recordé que hace unos meses termine de leer la
biografía de Mahoma, profeta árabe, fundador de la religión musulmana. El
documento cuenta que la oración musulmana es un símbolo de obediencia a Allah
(Dios) y se le considera “la llave del paraíso” y donde se alcanza conciencia
de su ser “creatural”.
Los musulmanes tienen la obligación de hacer cinco oraciones
diarias. Además, los hombres deben respetar la oración del viernes, porque
cualquier petición que hagan se les otorgará.
Por otra parte, hablé con Salvador Choussy, maestro
residente y coordinador del Centro de Budismo Bodhi Path El Salvador, quien
explicó que los budistas no practican la oración en el sentido de pedir que una
deidad o ser supremo interceda por ellos, ya que no creen que hay un ser
superior que determine el futuro premiando o castigando. “Se acostumbra repetir
mantras o sílabas sagradas que tienen como objetivo una vibración corporal que
atraiga la energía que se necesita para perfeccionar cualidades, por ejemplo,
la compasión”.
Pero la gran pregunta es: ¿Realmente tiene poder la oración?
¿Cambian las circunstancias de la vida por medio de la oración?
Algunos investigadores científicos están convencidos que la
oración puede afectar a las recuperaciones médicas. Esta hipótesis ha generado
divisiones ya que la religión requiere de una gran dosis de fe: debe creerse en
lo que no se ve. Sin embargo, la ciencia exige pruebas tangibles.
En 1988 el cardiólogo Randolph Byrd estudió a 393 enfermos
de corazón en el Hospital General de San Francisco. Tras ser ingresados, los
pacientes fueron asignados de forma aleatoria a uno de los dos grupos. Un
equipo de voluntarios rezaba por los pacientes de uno de los dos grupos, por el
otro no receba nadie. Los pacientes apoyados por los rezos necesitaron 5 veces
menos antibióticos y tenían 4 veces menos probabilidades de sufrir ataques
cardiacos.
Algunos científicos están realizando sorprendes
investigaciones, en vez de estudiar cadenas de ADN o grupos de células
cancerígenas, se dedican a rezar a los cultivos de hongos y bacterias. El
objetivo de estos experimentos es demostrar el efecto de la oración, puesto que
las bacterias no pueden pensar, desear, ni creer. Teóricamente la única
variable que actúa sobre los cultivos es la oración generada por los
investigadores.
Estos científicos aseguran una y otra vez que las bacterias
responden a las oraciones. “Considero que estos estudios son los más rigorosos
entre todos los realizados sobre la oración. Si yo puedo rezar y modificar el
crecimiento de las bacterias afectando a su bioquímica, debo sospechar que
puedo hacer lo mismo con los humanos porque comparten los mismos componentes
bioquímicos”, Doctor Larry Dossey, director de terapias alternativas y autor
del libro Palabras que curan.
En este libro “Palabras que curan” el Dr. Dossey defiende
que la medicina puede ser más eficaz si incluye prácticas de oración, amor y el
poder de la mente.
Cuando la oración la utilizamos para pedir por cosas
materiales, asuntos personales, incluso plegarias mal intencionadas perdemos el
verdadero sentido de la comunicación con DIOS.
En lo personal la oración es algo íntimo, la conversación
perfecta entre DIOS y mi ser. Me despojo de todo tipo de miedo a críticas y
señalamientos. No siento límites de expresar todo lo que siento, lo que me hace
feliz, lo que me hace triste. Creo sin duda que la oración tiene poder siempre
y cuando sea consecuente con lo espiritual, con el despertar de la conciencia.
En I Reyes 3:5–15 dice: “Pide lo que quieras que yo te dé”.
Salomón pidió “corazón entendido” para poder “discernir entre lo bueno y lo
malo”. Y Dios le dio “corazón sabio y entendido”, porque no había pedido
riquezas, honores o larga vida, sino solo “comprensión para discernir juicio”.
Sin embargo, su corazón comprensivo hizo que Salomón actuara de tal manera, que
también ganó riquezas, honores y larga vida.
Cuando no se interponen deseos o metas personales egoístas,
las respuestas divinas fluyen y se manifiestan en nuestras vidas. He aprendido
que no todo lo que pido me conviene. He aprendido que la vida lleva su propio
ritmo y no se detiene, ni puede ser cambiada por mis deseos y caprichos.
“Y cuando oréis, no seáis como los hipócritas; porque
a ellos les gusta ponerse en pie y orar en las sinagogas y en las esquinas de
las calles para ser vistos por los hombres. En verdad os digo que ya han
recibido su recompensa. Pero tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cuando hayas
cerrado la puerta ora a tu Padre que está en secreto, y tu Padre, que ve en los
secreto, te recompensará” Mateo 6:5-6.