martes, 25 de octubre de 2016

El poder de la oración


La oración es la comunicación directa que tiene el hombre con el Ser Supremo. Mediante la oración le agradecemos, le pedimos y glorificamos el amor del padre, hijo y espíritu santo así como también a la madre virgen María (esto según los diferentes dogmas).

El término “oración y orar” viene del latín orare que significa hablar y rogar. De este verbo se desglosa las palabras adorar (rendir culto), oratoria (el arte de producir discursos). La oración desde las antiguas religiones ha significado la petición o comunicación con la divinidad.

En el ámbito religioso la oración se traduce a la confianza de fe que tenemos hacia un ser divino con la certeza que nos escucha y que según sea su voluntad nos responde. Millones de personas oran diariamente de una manera u otra, y por la oración muchos encuentran fortaleza, certidumbre, confianza, esperanza y paz. Otros consideran que la oración no sirve porque jamás han experimentado ningún beneficio de ella. Algunos podrían preguntar por qué hay tanto mal en el mundo a pesar de tanta oración. No todos reciben aquello por lo que oran, porque pudieran tener un concepto erróneo del propósito de la oración.

Me di a la tarea de preguntar a diferentes líderes religiosos qué piensan sobre la oración con el propósito de demostrar que el significado en esencia es la misma:

El Pastor Toby Jr., del Tabernáculo Bíblico Bautista Amigos de Israel Central, me dijo que para él oración es: “Hablar el idioma del alma, expresar lo íntimo del corazón, es comunicación directa para con ese ser Superior que rige el Mundo como el Universo. Oración es la puerta para encontrar la solución… Ninguna otra actividad bajo el cielo produce los efectos que produce la oración de fe en Dios. Quien practica la oración se le facilitan todas las cosas”.

Monseñor Fabio Colindres, capellán de la Fuerza Armada, me contesto con una breve frase: “Orar es hablar con Dios”.

El Expresidente de la comunidad Israelita de El Salvador, Jean Claude Kahn, dijo: “Para el judaísmo las plegarias están en los libros de rezo para cada ocasión. Pero ciertas plegarias pueden ser rezadas como algo personal”.

Busqué la opinión de La Comunidad Islámica de El Salvador, pero al no recibir respuesta, recordé que hace unos meses termine de leer la biografía de Mahoma, profeta árabe, fundador de la religión musulmana. El documento cuenta que la oración musulmana es un símbolo de obediencia a Allah (Dios) y se le considera “la llave del paraíso” y donde se alcanza conciencia de su ser “creatural”.
Los musulmanes tienen la obligación de hacer cinco oraciones diarias. Además, los hombres deben respetar la oración del viernes, porque cualquier petición que hagan se les otorgará.

Por otra parte, hablé con Salvador Choussy, maestro residente y coordinador del Centro de Budismo Bodhi Path El Salvador, quien explicó que los budistas no practican la oración en el sentido de pedir que una deidad o ser supremo interceda por ellos, ya que no creen que hay un ser superior que determine el futuro premiando o castigando. “Se acostumbra repetir mantras o sílabas sagradas que tienen como objetivo una vibración corporal que atraiga la energía que se necesita para perfeccionar cualidades, por ejemplo, la compasión”.

Pero la gran pregunta es: ¿Realmente tiene poder la oración? ¿Cambian las circunstancias de la vida por medio de la oración?

Algunos investigadores científicos están convencidos que la oración puede afectar a las recuperaciones médicas. Esta hipótesis ha generado divisiones ya que la religión requiere de una gran dosis de fe: debe creerse en lo que no se ve. Sin embargo, la ciencia exige pruebas tangibles.
En 1988 el cardiólogo Randolph Byrd estudió a 393 enfermos de corazón en el Hospital General de San Francisco. Tras ser ingresados, los pacientes fueron asignados de forma aleatoria a uno de los dos grupos. Un equipo de voluntarios rezaba por los pacientes de uno de los dos grupos, por el otro no receba nadie. Los pacientes apoyados por los rezos necesitaron 5 veces menos antibióticos y tenían 4 veces menos probabilidades de sufrir ataques cardiacos.

Algunos científicos están realizando sorprendes investigaciones, en vez de estudiar cadenas de ADN o grupos de células cancerígenas, se dedican a rezar a los cultivos de hongos y bacterias. El objetivo de estos experimentos es demostrar el efecto de la oración, puesto que las bacterias no pueden pensar, desear, ni creer.  Teóricamente la única variable que actúa sobre los cultivos es la oración generada por los investigadores.

Estos científicos aseguran una y otra vez que las bacterias responden a las oraciones. “Considero que estos estudios son los más rigorosos entre todos los realizados sobre la oración. Si yo puedo rezar y modificar el crecimiento de las bacterias afectando a su bioquímica, debo sospechar que puedo hacer lo mismo con los humanos porque comparten los mismos componentes bioquímicos”, Doctor Larry Dossey, director de terapias alternativas y autor del libro Palabras que curan.

En este libro “Palabras que curan” el Dr. Dossey defiende que la medicina puede ser más eficaz si incluye prácticas de oración, amor y el poder de la mente.

Cuando la oración la utilizamos para pedir por cosas materiales, asuntos personales, incluso plegarias mal intencionadas perdemos el verdadero sentido de la comunicación con DIOS.

En lo personal la oración es algo íntimo, la conversación perfecta entre DIOS y mi ser. Me despojo de todo tipo de miedo a críticas y señalamientos. No siento límites de expresar todo lo que siento, lo que me hace feliz, lo que me hace triste. Creo sin duda que la oración tiene poder siempre y cuando sea consecuente con lo espiritual, con el despertar de la conciencia.

En I Reyes 3:5–15 dice: “Pide lo que quieras que yo te dé”. Salomón pidió “corazón entendido” para poder “discernir entre lo bueno y lo malo”. Y Dios le dio “corazón sabio y entendido”, porque no había pedido riquezas, honores o larga vida, sino solo “comprensión para discernir juicio”. Sin embargo, su corazón comprensivo hizo que Salomón actuara de tal manera, que también ganó riquezas, honores y larga vida.

Cuando no se interponen deseos o metas personales egoístas, las respuestas divinas fluyen y se manifiestan en nuestras vidas. He aprendido que no todo lo que pido me conviene. He aprendido que la vida lleva su propio ritmo y no se detiene, ni puede ser cambiada por mis deseos y caprichos.
 “Y cuando oréis, no seáis como los hipócritas; porque a ellos les gusta ponerse en pie y orar en las sinagogas y en las esquinas de las calles para ser vistos por los hombres. En verdad os digo que ya han recibido su recompensa. Pero tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cuando hayas cerrado la puerta ora a tu Padre que está en secreto, y tu Padre, que ve en los secreto, te recompensará” Mateo 6:5-6.